Sin sus tragos más emblemáticos, la herencia gastronómica de México estaría incompleta o desdibujada. El pulque, el tequila, el mezcal, la michelada y otros espirituosos que colorean el minibar azteca, ‘beben’ de tradiciones y ritos ancestrales y reflejan un patrimonio compartido entre los pueblos prehispánicos y mesoamericanos.
Es indiscutible la mexicanidad de las siguientes bebidas mexicanas tradicionales. Con ellas todo sabe mejor —el mole poblano, las quesadillas, los chicharrones, etcétera— e invitan a gritar «¡hasta el fondo!» en cada trago.
¡Salud! ¿Cuáles son las bebidas mexicanas más tradicionales?
Tequila
Universalmente conocida, la bebida mexicana con alcohol por excelencia es sin duda el tequila. Este destilado posee una graduación elevada (del 35 al 55%) y se obtiene a partir de la variedad azul del agave tequilero, abundante en el estado de Jalisco, que además de su cuna histórica, alardea de liderar su producción mundial. Dadas las cualidades digestivas del tequila, no hay mejor forma para ahogar las penas (y las alegrías) que vaciando un chupito de este trago milenario.
Michelada
Hablar de micheladas es hacerlo de un cóctel helado o una cerveza muy sui géneris. Se prepara con una lager clara y ligera, hielo y jugo de lima, siendo su principal seña de identidad la salsa de tajín que espolvorea el borde de cada vaso. Son apropiadas las cervezas Corona Extra, Tecate, Pacifico Clara, Modelo Especial o Dos Equis. El nombre de esta bebida típica mexicana proviene a todas luces de la frase «mi chela helada» (porque a las cervezas se las llama coloquialmente chelas en el país azteca).
Pulque
El aguamiel del maguey pulquero es la materia base del pulque, un fermentado con dos milenios de antigüedad, estrechamente relacionado con el culto a la diosa del agave, Mayáhuel. Este trago mexicano tan típico se distingue por su apariencia densa, lechosa y efervescente, con un gusto agridulce y una graduación alcohólica del 2 al 8%. Asimismo, sus cualidades probióticas convierten a la ‘bebida de los dioses’ en un aliado de la salud gastrointestinal.
Aguas frescas
Las aguas frescas engloban un universo de bebidas mexicanas tradicionales sin alcohol que comparten tres ingredientes básicos: el agua, un edulcorante y un saborizante natural y fresco como la pulpa del tamarindo, las flores secas del hibisco o el jugo de melón, entre otros. Su popularidad ha trascendido las fronteras mexicanas, pues también en Madrid y otras capitales europeas pueden saborearse las aguas frescas más populares, como el agua de flor de Jamaica, el agua de tamarindo o el agua de limón verde.
Mezcal
Dice un refrán que «para todo mal, mezcal; para todo bien, también». Este destilado se obtiene de la cocción de las piñas del agave, diferenciándose del tequila en su mayor tolerancia en cuanto a la materia elegida, su sabor ahumado y su método de producción más orgánico y artesanal. La incorporación de un gusano de maguey es uno de sus rasgos más característicos. Si bien altera mínimamente su sabor y aroma, marcas como Monte Albán, La Penca o El Recuerdo de Oaxaca emplean este reclamo comercial. Con toda seguridad, uno de los tragos más típicos en México.
Atole
Otra de las bebidas mexicanas más famosas es el atole. Se preparaba en origen con maíz nixtamalizado diluido en agua (de ahí que su nombre provenga del náhuatl atolli, traducible como «aguado»), pero durante el periodo prehispánico se enriqueció su fórmula con leche de vaca y endulzantes como el piloncillo, el anís o la canela en rama. Estadísticamente, el atole es una de las bebidas más consumidas en los hogares mexicanos, según una investigación reciente de Kantar Media.
Café de olla
El 30 es una infusión de orígenes revolucionarios que sorprende por su sabor dulce, especiado, denso y aromático. Sus ingredientes incluyen el piloncillo, la canela y ocasionalmente el clavo, el chocolate negro o la piel de naranja, además de los granos de café molido, preferiblemente de Chiapas, Veracruz u Oaxaca. Según recoge el Larousse Cocina, «los ingredientes se ponen juntos a hervir a fuego lento en una olla de barro, de ahí su nombre». El uso de estos recipientes confiere a este café un gusto terroso muy característico.